Mario Fiestas recuerda cuando pescaba con su abuelo durante su niñez frente a la costa de San José en el norte de Perú.
"Se guiaban solo por los elementos", dice Mario. "Por el color del agua, por cómo se reunían los pájaros (sobre el mar), por la posición de las estrellas. Por la noche, sabían que estaban en casa porque cada playa tiene un sonido único".
Durante generaciones, la comunidad de Mario ha pescado en esas aguas, flotando en el frío de la Corriente de Humboldt, una maravilla meteorológica que alberga algunas de las especies marinas más abundantes y biodiversas del planeta.
Hasta hace poco, las aproximadamente 3.300 embarcaciones artesanales como la de Mario, que pescan calamares y mahi en Perú, operaban en gran medida de manera extraoficial. Al no estar registradas con el gobierno peruano, no podían cumplir con los estándares internacionales de sostenibilidad que permitían un acceso más amplio a los mercados de exportación. Igualmente, no podían abogar por la gestión de una pesquería que los sustentara.
Con el apoyo de la Fundación de la Familia Walton, la organización local Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y la organización sin fines de lucro registrada en Estados Unidos, Sustainable Fisheries Partnership (SFP), se asociaron con el gobierno peruano para que estas flotas artesanales obtuvieran reconocimiento institucional, lograran acceso a derechos de pesca y comenzaran a operar formalmente en la economía. Para obtener y mantener su formalización, los pescadores artesanales también se comprometen con las normas estatales que protegen la sostenibilidad del recurso.
Lo anterior es parte de un esfuerzo continuo de la fundación y sus socios para construir una coalición amplia e inclusiva para apoyar soluciones basadas en la naturaleza que mejoren la salud de los océanos, generen demanda de mariscos sostenibles, aumenten los incentivos para que los pescadores usen prácticas en armonía con la naturaleza y aboguen por una política climática que beneficie a los océanos.
Para ayudar en la formalización de la pesquería artesanal peruana de calamar, a raíz del vínculo entre la SPDA, la SFP y el gobierno peruano se construyó una plataforma en línea que viabiliza el registro de cada pescador y su embarcación.
Este sistema transparente apoya a las cadenas de suministro internacionales en su pesca de calamar capturado de manera sostenible y también a los pescadores artesanales que buscan el reconocimiento de su gobierno como un sector importante y productivo de la economía.
Como líder comunitario desde hace mucho tiempo, Mario ahora dirige la Cooperativa de Pesca Limitada de San José.
"De repente, hubo un descuido por parte del estado, que nos dijo que nuestros botes no tenían las medidas requeridas", dice Mario. "Nos dimos cuenta de que, si no nos uníamos a través de una cooperativa y formalizábamos a través del gobierno, no íbamos a avanzar".
La pandemia global, que golpeó cuando la formalización acababa de comenzar, agudizó este punto aún más para Mario y su cooperativa. Los registros se estancaron y los pescadores que aún no formaban parte de una economía formal no recibieron apoyo económico para sostener su negocio durante la crisis. "Pagamos un precio alto", dice.
El gobierno ha establecido una meta inicial de 100% de formalización para mediados del 2022. Solo en la cooperativa de Mario, actualmente se encuentran en proceso 180 embarcaciones. La cooperativa también compró camiones refrigerados y adaptó sus botes para ayudar a los miembros a viajar mar adentro, mejorando tanto la calidad del producto como las condiciones del lugar de trabajo.
"Ahora tenemos almacenamiento aislado, almacenes y motores más potentes. Las embarcaciones cuentan con camarotes para la tripulación donde pueden descansar adecuadamente y espacios para las necesidades higiénicas", agregó Mario.
La formalización de los pescadores artesanales también ha puesto de manifiesto la importancia de una pesca bien gestionada.
"La mentalidad del pescador, antes del 2018, era la de un extractor: ‘Traigo mi producto, lo dejo en el muelle y otros hacen el resto’", dice Mario. "Ahora entendemos que tenemos que mantener el recurso. De este modo se maximiza la oportunidad de monetizar. Eso es abrir nuestras mentes. Nos estamos empoderando".
A medida que ha aumentado el registro, Mario ve a las Organizaciones No-Gubernamentales (ONG) asociadas como defensores de su éxito.
Por ejemplo, cuando el gobierno tardó en procesar los registros en el 2020, las ONG asociadas trabajaron con más de 20 compradores importantes de calamar en los Estados Unidos y Europa para solicitarle a las instituciones pertinentes que aceleraran la formalización de la flota artesanal peruana.
"La presencia de las ONG en la pesca artesanal ha sido muy importante", dice. "Nos han prestado mucha atención y nos han ayudado a entender la normativa y los procesos de formalización. Es un reconocimiento de que somos una fuerza productiva y económica".
"El estatus social de los pescadores artesanales siempre ha estado entre los más bajos en Perú", dice Mario. "Era una empresa desordenada y una vida muy dura".
Pero a medida que la pesquería se ha formalizado, sus comunidades están cosechando los beneficios del gobierno a la vez que se genera un precio más alto y estable por su producto.
"De repente, la pesca es una fuente de trabajo que equivale a orgullo", dice Mario. "Nos permitió vender el producto directamente. Y la gente se está dando cuenta. Este esfuerzo no ha sido en vano".
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